¿Qué viene después?
En estos tiempos de tanta incertidumbre es casi imposible no pensar en el futuro.
Bastante razonable después de varias semanas en confinamiento; la sensación de lo incierto y la falta de control nos puede asaltar más de una vez al día, desencadenando un círculo vicioso de pensamientos y sentimientos de preocupación, tensión y angustia del cual en muchas ocasiones es difícil escapar bien librado, pero ¿es normal?
La respuesta es sí y lo más importante es no juzgar o categorizar nuestras emociones o sentimientos, no hay buenos ni malos, aceptar que forman parte de nosotros y trabajar con ellos es lo mejor que podemos hacer.
El cambio tan radical que pasamos y en el que literalmente, modificamos de un día a otro nuestra forma de vida nos hizo darnos cuenta abruptamente de que no tenemos el control o la certidumbre de casi nada y ese sentimiento de descontrol o incertidumbre nos produce angustia, porque si no creemos tener el control entonces nos sentimos vulnerables y a quien le gusta sentirse vulnerable ante las personas o ante el transcurrir de la vida misma y aunque todo lo anterior descrito es normal, no quiere decir que sea lo más sano ni para nuestra mente ni para nuestro cuerpo.
Cuando nos sentimos estresados, por cosas reales como el trabajo, nuestras relaciones o problemas o por cosas imaginarias como pensamientos negativos o fatalistas, nuestro cuerpo reacciona y el sistema nervioso simpático se activa, los niveles de cortisol y adrenalina se disparan provocando, entre otras cosas, que el corazón se acelere, la digestión disminuya y escasee el sueño reparador; si bien estos reflejos son necesarios para sobrevivir el estar sometidos constantemente a estas situaciones causa afecciones graves que van desde el mal humor, depresión, ataques de pánico, diabetes, hipertensión, embolias, enfermedades cardiacas, etc.
Y entonces, ¿qué podemos hacer? Para nuestro propio bien podemos iniciar con reconocer nuestra realidad: es verdad que todo ha cambiado, pero estos cambios también traen nuevas oportunidades; el vivir un día a la vez también ayuda mucho: enfocarnos en el presente y darnos cuenta de las cosas maravillosas que hoy podemos hacer y que tenemos, tan básicas como: poder respirar y tener un cuerpo sano, y por supuesto agradecer por ellas. Evitar enfocarnos en lo que (ya) no tenemos o en lo que “nos hace falta”, porque eso es vivir en el pasado o adelantarnos y vivir en el futuro, lo que nos aleja de nuestra realidad porque finalmente ninguno de esos dos tiempos existe, lo único que tenemos en este momento es el presente.
También hay otras técnicas que definitivamente se pueden practicar desde casa y nos pueden servir para calmar nuestra mente y mantenernos presentes en el presente como meditar, mindfulness, respiración consciente y practicar yoga.
Por otra parte, si nada de esto te ayuda o te hace sentir mejor, considera acudir con un experto en salud (terapeuta, psicólogo o psiquiatra), recuerda no juzgarte, ni a ti, ni a tus emociones o sentimientos, porque son normales.
Confía en ti, confía en que todo pasará porque nada es permanente.
Namasté.
Etiqueta:ansiedad, cambio, estrés, incertidumbre, mente, salud mental